
03 Feb Permíteme no definirme
“Definir es limitar”
(Oscar Wilde, El retrato de Dorian Grey)
No me considero machista. Digo “considero” porque, como bien me llamó la atención mi mujer, traigo incorporados ciertos imaginarios sociales que cuando no estoy prestando atención surgen: por ejemplo, decirle a mi hijo, en un momento de agotamiento extremo, “dejá de llorar como una nena”. Requiere mucha energía no ser machista porque formamos parte de una sociedad que nos educó históricamente para serlo. Pero tampoco soy feminista. Me parece que ambas son ideologías que pretenden definir para defender la “superioridad biológica” de un género sobre el otro.
Ojo, no reniego de las características biológicas de cada género. Cuando hay que hacer un trabajo que requiere fuerza, estar sobre una escalera, o simplemente volver a casa con el pequeño dormido en brazos, mi mujer me pide que lo haga yo. A mí me requiere menos esfuerzo “poner el cuerpo” en esas situaciones. Cuando decidimos ser padres, “el cuerpo” lo puso ella. Sin embargo, creo que también muchas de las características biológicas son definidas socialmente. La historia de que en la antigüedad el hombre cavernícola estaba físicamente preparado para cazar y la mujer para cuidar a los hijos pudo tranquilamente ser al revés. Tuve en la secundaria una compañera que practicaba Kick boxing y fácilmente me podría haber propiciado varias palizas (por suerte, hoy somos buenos amigos).
Me parece mucho más inteligente aprovechar las características propias de cada género, y mucho más importante, de cada personalidad, para lograr que las cosas funcionen mejor. A mí me gusta estar en casa, soy ordenado (casi obsesivo) y en mi trabajo suelo implementar sistemas y desarrollar planificaciones (soy docente). Así que el orden o las planificaciones de horarios y comidas corren por mi cuenta. Soy más parco a la hora de salir (cosa que a mi mujer le encanta). Entonces, mi frase de cabecera es: “¿Qué plan tenemos hoy?”. Tenemos, aunque suela organizarlo ella. Me pregunto entonces, por ejemplo, qué sentido tendría no disfrutar de mi hogar, mi familia, o cualquier otra “ocupación propia de la mujer” solo por creerme de un género superior; cuál es el beneficio de definirme machista o feminista, cuando juntos podemos complementarnos y vivir mejor.
Biografía del autor: Alejandro Zawislak es docente y escritor. Profesor en Letras de la Universidad de Buenos Aires. Hincha de Independiente. Padre de dos.